Hay un error que cometen hasta los profesionales más inteligentes.
Si tienes costumbre de tratar con personas (cosa que supongo) sabrás que hay un tema del que les gusta hablar a todas horas.
Siempre.
Con todos los matices.
Es un tema del que no siempre conocen pero siempre tienen algo que comentar.
Además, están dispuestos a improvisar en cualquier momento.
A veces sucede que no aciertan al describirlo.
Exageran por exceso o por defecto.
Lo describen con una bondad infinita o con una crueldad tremenda.
Y son capaces de cualquier cosa por defenderlo.
No hay un tema que a cada uno de nosotros nos guste más que todo lo relacionado con nuestra persona, nuestra vida, nuestros éxitos y nuestros problemas.
Si esto es así, ¿por qué cuando vas a hablar con un potencial cliente o quieres llamar su atención hablas de ti y no de ÉL?
Si quieres que las personas escuchen tu mensaje, cambia las formas verbales en las que te diriges a ellas.
No utilices la primera persona del singular para hablar de ti, ni siquiera utilices el comodín “nosotros”.
Cuando quieras hablar de ti y de tu empresa a alguien, utiliza la segunda persona del singular.
Haz que todos tus mensajes empiecen y acaben en tu interlocutor.
Cambia el enfoque, dirige el foco de luz hacia tu cliente y elabora todos los mensajes bajo ese prisma.
Verás qué cambio se produce.